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La fiebre de los hongos

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Toneladas de níscalos requisados por agentes de la Junta de Castilla y León en Soria. Fuente: Soria y Más Noticias.

Si las cabañuelas no fallan, las primeras heladas comenzarán pronto a arruinar la que ha sido una de las mejores temporadas seteras –sobre todo, en boletus- de los últimos años. El reguero de coches en las cunetas de la Sierra o el Alto Tajo en octubre ha vuelto a dar fe de cómo una vieja tradición campestre se ha convertido en una moda. Que haya hordas de visitantes que pisen las fincas propias y ajenas no es noticia: vienen porque Guadalajara es un coto de setas sin veda. Lo curioso es cómo incluso las gentes de los pueblos, que nunca sublimaron las setas, ahora se zambullen en la ola y buscan con ahínco atiborrar el arcón o sacarse unas perrillas. Porque ni todos los que trafican con este comestible son rumanos, ni todo el negocio viaja en furgonetas a los mercados o restaurantes de Madrid.

La fiebre de los hongos es una tendencia acentuada por una combinación que explota en otoño: el turismo rural, la búsqueda de la naturaleza, la cotización de los recursos micológicos y el auge de un producto que gana peso en la cocina de temporada. La moda, sin embargo, es ya un negocio que las administraciones públicas en Castilla-La Mancha han permitido a caballo de la economía sumergida y el eslogan “dejad que los niños se acerquen al campo”. Pero ni toda la resignación de esta tierra, que pesa toneladas, puede contener ya el propósito de aquellos colectivos y particulares que anhelan frenar el lucro. Hasta en Guadalajara la paciencia tiene un límite.

La regulación micológica, después de varios intentos frustrados en Campisábalos y otros municipios, empieza a hacerse realidad en Cogolludo. El Ayuntamiento de esta localidad ha establecido una licencia para particulares, que cuesta 5 euros al día, y otra para empresas, de 30 euros. El permiso se expide en las oficinas de este consistorio, que también ha prohibido recolectar boletus y níscalos cuyo tamaño sea inferior a 4 y 2 centímetros de diámetro, respectivamente. El intento de Cogolludo es voluntarioso. Sin embargo, una ordenanza municipal difícilmente logrará poner puertas al campo teniendo en cuenta que, con un simple salto de linde, el setero podrá seguir eludiendo el pago para hacerse con un buen avío de hongos.

La ordenación será autonómica o no será. Tras años de miopía en los que Castilla-La Mancha nunca se tomó este asunto en serio, la Junta ha elaborado un borrador para promover la recolección micológica [documento en PDF]. El texto fue presentado el pasado fin de semana durante la reunión de la junta rectora del Parque Natural de la Sierra Norte (sí, sí, parece que el parque existe después de casi tres años inhibido o bloqueado). El mismo PORN de este espacio natural ya aconsejaba explorar esta vía. La falta de reflejos de la Administración demuestra que en materia de setas, como en tantas otras cosas, esta región llega tarde, mal y (casi) nunca.

El borrador de la Orden emitida por la Consejería de Agricultura recalca el “papel ecológico importante” de los hongos y el carácter tradicional de su recogida en varias áreas de Castilla-La Mancha. “El aprovechamiento de este recurso puede influir en la mejora de las economías rurales a través de su recogida, comercialización y transformación, el turismo rural y la gastronomía, además de generar rentas a los propietarios de los montes”, recoge el texto. El Gobierno regional indica que el objetivo es compatibilizar “la conservación de este recurso y su aprovechamiento sostenible”.

La Junta une la propuesta con la ley de Montes y Gestión Forestal Sostenible de 2008. La Orden delimita el marco legal para ejecutar la protección adecuada de los hongos, tipifica el aprovechamiento micológico y acota la recogida recreativa y comercial. Ésta última se hará mediante la creación de lo que Agricultura denomina “cuartel setero o trufero”, es decir, un terreno especialmente reservado para el aprovechamiento micológico. El régimen sancionador que incluye el borrador se remite a la ley de Montes, aunque matiza que contempla el decomiso de los productos “ilegalmente obtenidos”, o sea, que las autoridades podrán requisar los hongos no recolectados de acuerdo a la legislación.

_ultzama_35240daaCon esta norma, Castilla-La Mancha se incorporaría al grupo de autonomías que han legalizado el negocio micológico. Por ejemplo, Cataluña, País Vasco, Navarra, Aragón y Castilla y León. Cinco comunidades que han sabido convertir su potencial micológico en una actividad respetuosa con el entorno y en una fuente de riqueza económica. En todos esos lugares la decisión fue arbitrada por la comunidad autónoma, junto a las diputaciones provinciales y asociaciones locales.

En Castilla y León, las estimaciones más conservadoras calculan que el comercio alrededor de las setas mueve más de 100 millones de euros anuales. El Gobierno de esta región estableció un sistema de recogida basado en la obtención de un permiso a través de internet o en los establecimientos oficiales. El número de licencias superó las 60.000 en la temporada pasada. Este año, solo en la provincia de Soria, a través del Programa Micocyl se han expedido ya cerca de 20.000 licencias para el área regulada Montes de Soria. Ojo: solo uno de cada cuatro permisos tiene fines recreativos y no disponer de licencia acarrea multas que oscilan entre los 100 y los 1.000 euros. Micocyl facilita al usuario un código de buenas prácticas en los que se dan consejos prácticos sobre cómo recoger los hongos y se establece la prohibición de la compraventa en los montes y caminos forestales. En 2013, alrededor de 300 recolectores extranjeros fueron expulsados en campamentos ilegales y se decomisaron 2,6 toneladas de setas en Soria, frente a 1,8 del año anterior.

Para potenciar la venta legal, en la provincia vecina han impulsado Mercasetas, un mercado micológico en el que los recolectores locales con licencia pueden vender los productos recogidos en los montes sorianos. La organización distribuye cajas de boletus y níscalos, con receta culinaria incluida. Pero quieren más: la idea es crear una lonja de setas para un mayor control sanitario y de los propios recolectores, y una marca de calidad propia. Este último punto engarza con la oferta turística orientada a situar los hongos en el centro de la gastronomía y el comercio de la tierra que encandiló a Machado, lo que pasa por jornadas gastronómicas, el congreso internacional Soria Gastronómica, el Buscasetas

Esta estrategia inteligente y eficaz, al margen de potenciar la conservación, ha dado resultados tangibles. El número de viajeros en Soria ha crecido un 9,27% y las pernoctaciones un 5,89% en lo que va de año, según la Diputación de esa provincia. La cifra de pernoctaciones entre octubre y noviembre se ha incrementado por encima de mayo-junio y esto es producto de la micología, especialmente, de la capacidad de atracción de la trufa negra.

En Guadalajara, todo esto es un mundo por descubrir. Nuestra provincia posee más de 1.000 especies de setas y un potencial que se hace evidente en los cientos de aficionados que, con mayor o menor pericia, se lanzan cada otoño a los montes de Cogolludo, Galve, Cantalojas, Villacadima, Tamajón, Corduente, Peralejos o Peñalén. ¿Es un recreo en el que se aprende a tratar con la naturaleza? Sí. ¿Es, en parte, un negocio espurio cuyo volumen hace tiempo que debería haber provocado una ordenación legal? También.

Una cosa es llenar la cesta y preparar luego un plato de setas de cardo, unas patatas guisadas con níscalos o unos boletus a la plancha, y otra muy distinta amasar una tonelada de hongos para inyectarlos en la economía B después de haber arrasado el campo con rastrillos y otros enseres agresivos. Ayuntamientos, propietarios de fincas, asociaciones locales, sociedades micológicas. Son muchos los colectivos que llevan años, incluso muchos años, insistiendo en este razonamiento lógico, fácil de entender, que solo ahora parece que la Junta de Castilla-La Mancha empieza a asimilar.

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Boletus edulis, uno de los productos micológicos más demandados. Fuente: Diario de Soria.


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